Un cantinero se hace aprendiendo a ser ordenado y limpio, a tratar a la gente amablemente y a ser un buen anfitrión, a recordar los nombres de los habitués, a sonreír cada vez que bate o sirve un trago y poco más. Estas cosas, en mi opinión, son las que nos llevan a llamarnos cantineros.
El qué tantos cócteles sepamos de memoria, cuántas historias sobre cada botella y trago conozcamos o qué tan sofisticada sea nuestra técnica al batir y refrescar es una parte prescindible.
Una vez que un cantinero aprende a leer una receta ya está, luego las puede guardar en un ayuda memoria o en una app del celular.
Para un cantinero/barman/bartender todo lo que enuncié primero es realmente lo más importante. Yo creo firmemente que con una docena de cócteles clásicos alcanza, no hace falta mucho más que eso.
Pero, ojo al piojo, no se puede ser barman con menos que eso.
La lista que le doy a mis padawanes siempre va más o menos por este lado:
- Martini - Manhattan (el rey y el primer ministro)
- Sidecar - Margarita - Daiquiri (los tres mosqueteros)
- Old Fashioned - Sazerac (los viejitos cancheros)
- Negroni - Americano - Spritz (el conde italiano y sus sobrinos)
- French 75 - Tom Collins - Gin fizz (burbujas para todos)
- Caipirinha/oska/isima
- Mojito - Mint Julep
- A eso le sumás un buen Bloody Mary - Red Snapper.
Y ya estamos.
Después: mucha práctica. Los tragos de moda van y vienen pero, como dije antes, una vez que sabés leer una receta estás preparado, ya está todo inventadísimo.
El barman mexicano también sabrá de micheladas, el brasileño de batidas de coco, el argentino de fernet con coca, el chileno de piscolas y el peruano de capitanes y otras yerbas.
Una vez que sabés esa docena de recetas clásicas y las cubatas de moda en tu país todo lo demás pasa por ser buena persona, humilde y compartir lo que se va aprendiendo.
Mis dos centavos.
May the Cocktail be with you!
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