viernes, 11 de octubre de 2013

Como en la casa del conde



Nosotros (los cantineros, camareros, etc.) tenemos la misión de hacer que el cliente la pase bien. Por eso a este oficio que acá llamamos hostelería o gastronomía en inglés se lo llama hospitality. Lo que explica bien de qué va lo nuestro. Aquí la definición: 
Hospitality is the relationship between the guest and the host, or the act or practice of being hospitable. This includes the reception and entertainment of guests, visitors, or strangers.

Hospitalidad es la cualidad de acoger y agasajar con amabilidad y generosidad a los invitados o a los extraños.

Y la clave principal es ser un buen anfitrión, dar servicio.

Repito: de nada sirve el mejor cóctel del mundo ni la mejor selección de botellas y licores si no hacemos que el cliente pase un momento inolvidable y quiera volver. Todo lo demás habrá sido en vano.

Pichín, el barman a quien más admiro, en su decálogo sólo da un consejo sobre las bebidas, todos los demás son sobre la actitud de un buen cantinero.

Y para eso no hace falta dinero, sino ganas.
Y acá el mejor ejemplo. En el Bar Dill & Drinks del barrio de Retiro, en el centro de Buenos Aires, el bartender Juan Sebastián Ruiz te prepara tu propio Negroni.
Vos pensarás: pero si un Negroni son partes iguales de Campari, vermut rosso y gin seco cómo me van a preparar el mío?
Bueno, resulta que el Negroni es uno de los cócteles más vendidos en la ciudad y cada cual tiene su preferencia, que si tal o cual marca de gin o vermut, que si Campari o Martini Bitter u otro bitter rojo. También puedes cambiarle el garnish terminarlo con soda o no, agregar unas gotas de bitter y cambiar las proporciones a tu gusto, más seco, con más gin, más suave, más vermut, etc., etc.

Cuando les mostrás tu receta le ponen tu nombre y la guardan en un fichero, para que cada vez que vuelvas, no importa quién te atienda, vos tengas tu Negroni y te sientas un conde.



Ganas, un viejo fichero, unas fichas y un bolígrafo es todo lo que este gran cantinero necesitó para que todos sus parroquianos se sientan como un conde.

¿Qué precio? Aproximadamente unos 20 dólares por todo el combo.

"No es la flecha, es el indio" y la mejor herramienta es el propio cantinero.
Un ejemplo a seguir.

May the Cocktail be with you!


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